¿Por qué me enfermé si fumo, pero no tanto como otras personas; soy gordito, pero no soy obeso; hago uno que otro desarreglo, pero no tengo una vida desordenada? Suele ser una pregunta recurrente en consulta médica, cuando los especialistas diagnostican alguna cardiopatía.
La respuesta tiene relación con la interacción entre la información genética que cada persona trae (y que lo hace ser propenso a desarrollar determinadas enfermedades) con los hábitos de vida. Por lo tanto, si una persona tiene un estilo de vida poco saludable, los genes se expresarán y desarrollarán la enfermedad.
Así como existen patologías determinadas exclusivamente en lo genético –como, por ejemplo, una malformación congénita del corazón al nacer- hay otras enfermedades que se relacionan estrechamente con los hábitos. Un ejemplo para graficar mejor lo anterior: si una persona sin antecedentes familiares de enfermedad pulmonar fuma 40 cigarros al día, puede terminar con enfisema pulmonar, cáncer al pulmón o bronquitis crónica, entre otras afecciones.
Dado que no podemos modificar nuestros genes, es esencial mantener un estilo de vida saludable para evitar las enfermedades cardiovasculares. En otras palabras, debemos mantener a raya tres grupos de factores de riesgo:
1-. Erradicar el tabaco. Un solo cigarrillo destruye el endotelio (tejido formado por una sola capa de células que tapiza interiormente el corazón y los vasos sanguíneos) y esa destrucción demora 48 horas en recuperarse.
2-. Evitar el sedentarismo. El sistema actual nos ha llevado a trabajar sentados durante muchas horas al día, por lo que dejamos de hacer ejercicios. Desgraciadamente, el 90% de los chilenos es absolutamente sedentario y ni siquiera hace deporte una vez a la semana.
3-. Evitar la alimentación alta en calorías, azúcares, grasas saturadas, entre otros. Una alimentación saludable debe incluir una cantidad significativa diaria de frutas y verduras (al menos cinco porciones), legumbres y proteínas (grasas magras, pollo y pescado). Idealmente, debiera contener semillas enteras, como nueces y almendras, entre otros. Otro punto importante de considerar es consumir menos de 5 grs. de sal al día, tal como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que el exceso de sal favorece la hipertensión arterial.
Si se corrigen estos tres factores: no fumar, hacer ejercicios periódicamente (una hora, tres veces a la semana) y alimentarse adecuadamente, la prevalencia de la enfermedad cardiovascular caería en un 70%.