Orquesta Filarmónica cumple cinco años creando patrimonio social y cultural en Coquimbo

Coquimbo no sólo es puerto y zona de piratas. A lo largo de las décadas que han visto crecer a la ciudad, se ha forjado una idiosincrasia musical que ha paseado su nombre por Chile y el mundo. Hernán Gallardo Pavez (creador del tema “Un año más”), la Criollita y los Viking’s 5, han sido grandes embajadores artísticos de la comuna, fortaleciendo una identidad artística que, hasta el día de hoy, sigue fortaleciéndose en el empeño de nuevas generaciones.

Precisamente, un grupo de jóvenes músicos y entusiastas, egresados del Colegio Claudio Arrau, realizaron en abril de 2019, en dependencias de su ex establecimiento, el primer ensayo de lo que es hoy la Orquesta Filarmónica de Coquimbo, y que, en la actualidad, funciona bajo el alero institucional de la Fundación Filarmónica de Coquimbo.

Un espacio para profesionales

En ese primer ensayo estuvieron también docentes y estudiantes avanzados del colegio, además de otras personas formadas en la música orquestada, armonizando las primeras melodías de un sueño que, en el presente, se convirtió en algo más grande. “El primer fin que tuvo la Orquesta Filarmónica de Coquimbo fue a llenar el espacio y la necesidad de tener un elenco profesional en la ciudad”, rememora Daniel Muñoz, músico y uno de las fundadores de la agrupación y actual Director de programación de la Fundación Filarmónica de Coquimbo.

Daniel, junto a la actual presidenta de la Fundación, Constanza Rodríguez, fueron parte de ese grupo de jóvenes inquietos e inquietas que veían un estancamiento artístico en la ciudad: “por lo menos, en los últimos 20 años, tenemos una explosión muy grande de las orquestas juveniles, pero cuando uno ve el campo laboral que viene después, los músicos profesionales que egresan de las universidades están cesantes por la falta de oportunidades, haciendo que muchos coquimbanos deban migrar a otras regiones para poder desarrollarse”.

Cosechar el esfuerzo en el tiempo

“Lo primero que se me viene a la cabeza es un sentimiento de mucha felicidad y orgullo. Es maravilloso que Daniel y Constanza, además de ser tremendamente talentosos, hayan seguido este camino de gestión cultural, que hacía tanta falta en Coquimbo”, resalta la profesora July Cancino, quien también fue parte de la génesis de la Orquesta Filarmónica de Coquimbo, y previamente, fue profesora de Constanza Rodríguez y Daniel Muñoz.

“Esto partió de la nada, porque aquí no había absolutamente nada, y ahora cómo ha crecido”, subraya July, manifestando su reconocimiento al esfuerzo que hay detrás de la institución. “Es maravilloso que haya algo acá en Coquimbo, así, gratuito, que abarque todo y de forma inclusiva, sumando un coro, etc. Es tremendamente mucho trabajo, porque acá no es un factor suerte, es algo sostenido para golpear puertas constantemente y lograr apoyo para una iniciativa tan bella”.

Crear patrimonio social y cultural para Coquimbo

Compartir una misma pasión es, en palabras de Ítalo Lobos, músico y percusionista de la orquesta el combustible principal de un sueño que sigue expandiéndose. “Me siento muy contento de haber formado parte de este equipo de trabajo desde un comienzo. Ha sido una ardua labor para llegar a lo que somos en este momento: una fundación que busca crear patrimonio social y cultural para los ciudadanos de Coquimbo”.

“A mí, lo particular, me emociona mucho trabajar con un equipo de personas que comparten esta misma pasión, que es el arte y la música para impulsar mejoras en nuestra comunidad”, añade el músico, quien, igualmente subraya el alcance territorial de la institución: “ver que esta semilla ha germinado y que hemos crecido en cuanto a infraestructura, y que hemos llevado música a lugares donde la gente no había tenido nunca oportunidades de presencia esto, es algo que me llena de orgullo”, concluye.