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¿Cuándo se acabarán los emisarios y se cambiarán por plantas que reciclen esas aguas?

En la región de Coquimbo existen 3 emisarios submarinos. A pocos metros al norte de El Faro Monumental en La Serena, otro en Coquimbo, sector Panul y el último en Los Vilos. Estos conductos que bombean aguas con estiércol pasadas por un colador y que van directo al mar a través de una tubería, podrían ser recicladas, ya que podrían proveer el 67% del agua de reúso, 19 plantas urbanas (29%) y 71 plantas rurales (2,6%).

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Red Comunales

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En la región de Coquimbo existen 3 emisarios submarinos. A pocos metros al norte de El Faro Monumental en La Serena, otro en Coquimbo, sector Panul y el último en Los Vilos. Estos conductos que bombean aguas con estiércol pasadas por un colador y que van directo al mar a través de una tubería, podrían ser recicladas, ya que podrían proveer el 67% del agua de reúso.

Según Fundación Chile, la demanda regional de agua es de 415.602 m³/año, liderada por el sector agrícola, la minería, la población y la industria. Agua que se podría recuperar antes de terminar en el mar. De hecho, hay un proyecto al respecto pero sigue empantanado.

Aprovechando el mapa fluvial de la zona, el modelo de reúso de aguas residuales propone rescatar las aguas servidas antes que sean descargadas al mar, tratarlas y enviarlas a un punto donde se puedan almacenar para su posterior uso. Así se hace en Tongoy y Guanaqueros, localidades que cuentan con verdaderas plantas de tratamiento de aguas servidas construidas a principios de los años 90 por el Gobierno Regional liderado por el ya fallecido intendente Renán Fuentealba y por la desaparecida sanitaria pública ESSCO. Con esa agua tratada se riega, por ejemplo, Puerto Velero, y mantiene el mar de Tongoy en categoría A (FDA) lo que permite cultivar y exportar ostiones, entre otros productos.

Muy distinto a la realidad de Los Vilos y de la área metropolitana de Coquimbo y La Serena. Acá el agua es categoría B, ya que sus aguas están en constante peligro de contaminación con fecas lo que afecta incluso a los bañistas, por ejemplo, de las avenidas del Mar y Costanera.

De hecho en un estudio realizado por la Universidad de Concepción (UDEC) asegura que entre 2010 y 2023 la presencia de coliformes fecales en el mar superó en 2.308 ocasiones el límite impuesto por la autoridad sanitaria, y que, al menos, el 61,3% de esos casos estuvieron asociados a la presencia de emisarios submarinos, a nivel nacional.

Tecnología del siglo pasado

En teoría, las descargas de los emisarios submarinos no debieran contaminar gravemente el mar. Se supone que están diseñados, hace más de 30 años, para que los coliformes fecales presentes en las aguas servidas terminen diluyéndose mar adentro. Pero los científicos que han estudiado el tema cuestionan esa premisa. También dicen que el sistema de evaluación, basado en “autoreportes” de las propias sanitarias, no es todo lo transparente que debiera.

El estudio, trabajado por el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería de la UDEC, concluye que dos regiones concentraron los episodios donde los niveles de coliformes fecales superaron la norma: Biobío (1.007 veces) y Valparaíso (470). Se estableció una relación directa entre las altas concentraciones de heces en las aguas de la región del Biobío y el “máximo número de casos de hepatitis A reportados por el Ministerio de Salud”. El estudio asegura que, al menos hasta 2019, esa región sufría una epidemia de hepatitis A. 

Las empresas sanitarias, a cargo de operar las plantas de tratamiento en zonas costeras, se defienden y apuntan a otro foco de contaminación fecal: las tomas de terrenos que no cuentan con alcantarillado y vierten sus desechos directamente en riachuelos que desembocan en el mar.

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El sistema actual le encarga a las mismas sanitarias para que mensualmente envíen reportes de cumplimiento a la Superintendencia de Servicios Sanitarios (SISS), que es la encargada de fiscalizar a esas empresas pero, dado que este presupuesto es acotado, “el principal mecanismo de evaluación es el autocontrol” de las propias empresas.

En el caso de la Región de Coquimbo, la norma ha sido superada 69 veces, la más baja a nivel nacional. Pero si bien las cifras son positivas respecto a Bio Bío, por ejemplo, no nos deben conformar, sobre todo cuando el informante es la propia sanitaria.

Intento de Planta de Tratamiento

El tema de aguas contaminadas por sobre o bajo la norma es antiguo. Se ha conocido desde siempre. Incluso, durante la gestión del Intendente Fuentealba hubo una reunión para dotar de alcantarillado desde la la avenida del mar, cuyos pocos locales y salas de baile de la época arrojaban directamente sus desechos al suelo y con suerte a fosas sépticas, hasta las parcelas hacia la ruta 5. En la ocasión, se pidió reserva de la información puesto que La Serena estaba despegando en conocimiento turístico y “no sería conveniente que se supiera que la gente se bañaba en caca”, comentó un asistente al encuentro. Años más tarde, con Felipe Del Río como máxima autoridad regional y su intento fallido de comprar la sanitaria que pasaría a los españoles Aguas del Valle, el Consejo Regional de entonces exigió la construcción de una planta de tratamiento de aguas servidas para La Serena a la Superintendencia de Servicios Sanitarios pero su autoridad nacional, Juan Eduardo Saldívea, lo rechazó argumentando que los costos se traspasarían a los clientes, golpeando duramente el bolsillo familiar.

Nuevo proyecto empantanado

En 2022, la recién creada Delegación Presidencial de Coquimbo estableció un comité técnico hídrico, cuyo objetivo era abordar los desafíos y evaluar acciones y soluciones para hacer frente al impacto de la sequía. Entre las iniciativas fue impulsar el reúso o reciclaje del agua, tanto servidas como las denominadas “aguas grises”.

Esta propuesta la hizo la Empresa Concesionaria de Servicios Sanitarios, Econssa S.A., que planteó la construcción de plantas de tratamiento y reciclaje de aguas servidas para la conurbación La Serena-Coquimbo y Los Vilos, ya que esta misma iniciativa, la estaban llevando a cabo en la construcción de distintas plantas en Antofagasta.

El proyecto tenía un costo de entre 350 a 450 millones de pesos, contemplando un caudal descargado vía emisario submarino de 1.000 L/s, unificando los emisarios de Coquimbo, La Serena y Los Vilos. Sin embargo, desde ese diciembre del 2022 hasta ahora, considerando lo que ha empeorado la sequía, no ha tenido ningún avance.

El problema es el financiamiento. Desde el Consejo Regional de Coquimbo, desde el 2022 han intentado impulsar esta iniciativa, primero, solicitando que esta sea declarada de interés regional, presentando los proyectos en el hemiciclo del CORE. Pero fue la autodenominada ecologista y destituida exgobernadora, Krist Naranjo quien, en reiteradas ocasiones, se abstuvo de votar a favor estancando la iniciativa, y de los nuevos gobernadores no se ha sabido opinión.

La última planta para tratar aguas residuales se construyó en Cerrillos de Tamaya, en Ovalle, bajo el gobierno regional encabezado por el exintendente Claudio Ibáñez, en 2019.

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